El auxiliar de vuelo y su cara bonita
Hazte ya a la idea: no vas a ser auxiliar de vuelo por tu cara bonita, pero la verdad es que tenerla, ayuda.
En este siglo XXI relacionar la “belleza” con una profesión puede parecer frívolo, injusto y hasta penable legalmente. Pero ojo, hemos puesto “belleza” entre comillas, porque con belleza se nace, pero la belleza también se trabaja.
Un chico puede heredar de sus padres unas facciones nada armónicas, pero sus maneras al relacionarse, su educación, sus gestos, el tono de su voz, su gracia, su cultura… Pueden hacer de él un cuadro agradable y atractivo.
En cambio, una chica con la cara de la mismísima Venus de Milo puede ser capaz de desagradar a cualquiera si no sabe modular su tono de voz o su registro lingüístico a cada contexto, si no entiende que un chándal no es compatible con una cena de Nochevieja o si no comprende que masticar con la boca abierta es una grosería.
Pues bien, esa “belleza” en el sentido más amplio del término, comprendida también como modales sociales, conocimientos culturales generales, encantos personales, cortesía… Es la que tradicionalmente se le ha presupuesto y se le ha exigido a un auxiliar de vuelo.
La auxiliar de vuelo hace años
Hasta hace 40 años viajar en avión era un lujo al alcance de muy pocos. ¿Y quiénes eran esos pocos? Por lo general, políticos, altos funcionarios, banqueros, gente de negocios, grandes propietarios… Es decir, gente de una clase social elevada, con un nivel de estudios igualmente alto y acostumbrada a moverse en ambientes acordes a su estilo de vida. Personas que al subirse a un avión exigían el trato que requería su estatus.
Hoy día la aviación comercial se ha democratizado hasta llegar al punto de que cualquier persona con unos ingresos medios puede viajar normalmente en avión un par de veces al año. ¡Y eso es genial! Pero si los pasajeros no son los mismos, los Tripulantes de cabina tampoco.
No obstante, aunque las compañías no sean tan exigentes con su personal de cabina como antaño, las aptitudes y actitudes personales en las que se fijan a la hora de contratar a alguien siguen siendo las mismas que hace medio siglo: las que mostraba aquel chico tan simpático del que hablábamos al principio.
Por encima de todo, se trata de que el pasajero perciba que se encuentra en un ambiente agradable en el que se le trata de la mejor manera posible. Y como siempre se come antes con los ojos que con la boca, la imagen que muestra el tripulante de cabina debe ser impecable.
Las normas de imagen de una auxiliar de vuelo en las compañías
Tan importante es y tanto impacta en la experiencia del pasajero, que las aerolíneas la vigilan y la pulen constantemente a través de departamentos de servicio a bordo en los que invierten un pellizco no pequeño de sus presupuestos.
A la auxiliar de vuelo chica se le exige cada día llegar al avión perfecta: no puede llevar un pelo descolocado y su peinado (ya sea moño, coleta o pelo suelto) ha de atenerse a los estándares marcados por la empresa.
Debe usar unos pendientes concretos; el color de su rostro ha de ser saludable, suave y atractivo; no puede usar ciertos colores de pintalabios o pintauñas… ¡Incluso la medida del tacón de sus zapatos la establece la compañía!
Por su lado, todo lo referente al peinado es extensible a los TCPs chicos, que no pueden lucir cortes de pelo largo ni exóticos (olvídate de las rastas y de la cresta fucsia), llevar unas patillas que excedan ciertos centímetros ni dejar pasar tres días sin perfilar su barba… ¡Si es que la empresa le permite llevarla!
El número de anillos, de horquillas, de pulseras… ¡Todo está estipulado!
Y algo que es común a TCPs hombres y mujeres: NADA DE TATUAJES VISIBLES. Si bien esta premisa se va relajando con el paso de los años, sigue constituyendo una ley férrea de uniformidad corporativa.
Es verdad que hay ciertas aerolíneas, como la francesa Joon, que últimamente han querido vestir a sus tripulaciones con camisetas, polos y zapatillas para fomentar una imagen diferente, joven, fresca… Pero la mayoría de las compañías siguen apostando por el clásico traje de chaqueta para los chicos y vestido o traje de falda y chaqueta para las chicas, con diferentes variantes y detalles.
Eso sí, en todo esto hay una cosa que está clara: aún a día de hoy las auxiliares de vuelo siguen sufriendo más que sus compañeros chicos en cuanto al acicalamiento personal.
Así que ya sabes: en cuanto te pongas ese precioso uniforme y te sientas delante del espejo más estirad@ que en tu primera comunión, piensa que tu cometido (aparte de la seguridad a bordo, claro está) es tratar al pasajero de la forma más exquisita de la que seas capaz (aunque de cuando en cuando ese pasajero no te pague con la misma moneda).
¡Eres la cara de la compañía! ¿Te sumas a R4T0?